Lugar extraño para un encuentro. [Alice Hastings]

Por fin una tarde para estar sola. El tiempo no era del todo bueno. La lluvia caía amenazante sobre la tierra y esto hacia que los alumnos no salieran del castillo. Por el contrario la sensación de la lluvia sobre su cara hacia que estos días fueran sus preferidos. Podía salir tranquilamente y sentarse en la hierba mojada. Disfrutar del sonido de la lluvia rompiendo contra la tierra, el susurrar de los arboles movidos por el aire y el silbar del viento.
“Vendito silencio” pensaba la chica de melena roja mientras observaba desde la ventana las afueras del castillo, ya se había imaginado como sería el día, sola todo el rato sin tener que aguantar voces que le provocaban dolores de cabeza. Tenía sus manos apoyadas en el cristal por donde resbalaban las gotas de agua, acariciándolas, siguiendo su camino. Le encantaba sentir como el frío del cristal penetraba en sus manos y se trasportaba por todo su cuerpo. Sus piernas estaban estiradas y tensas. No le gustaba sentarse en el alfeizar de dentro. Vestía un pijama color pastel relleno de pequeñas serpientes verdes. Amaba las serpientes y lo que ellas representaban aunque con las “serpientes” del castillo no es que se llevara muy bien. El pelo lo tenía alborotado. Y en los pies llevaba unas pequeñas cholas del mismo color que el pijama que terminaban en dos grandes pompones verdes. Esa mañana estaba sola en la habitación. Sus compañeras habían ido a ver el partido de Quidditich. Con el pretexto de que tenía que cumplir funciones de prefecta Melissa había conseguido quedarse. Realmente lo único que quería era tranquilidad ¿Y para que mentir? Dormir algo más. Pero ahora era momento de vestirse y salir, antes de que todos los alumnos contentos y apenados, según a que casa pertenecieran si habían o no gano entraran al castillo. Pero el peculiar baile de las gotas de lluvia la habían atrapado.
Gua, woof, gua, woof.
Los ladridos de Dama Cuchi Josefa comenzaron a resonar por toda la habitación, esta tiraba del pijama de Melissa con fuerza. Se había aferrado a la pierna derecha y de ahí no había quien la sacara. Teniendo en cuenta de que se trataba de un cachorro tampoco es que tuviera mucha fuerza.
-¿Qué pasa cuchi?- se agachó para quedar a su altura y acariciarla detrás de las orejas. Pero esta no se dejó, puesto que salió corriendo hacia la puerta y comenzó a ladrar y arañar la puerta. La chica se levantó. –Vaya, tienes razón.- A lo lejos se oían las voces de los primero alumnos que comenzaban a entrar en el castillos buscando refugio de la lluvia. Melissa sonrió a Dama, estaba acostumbrada a que su perra fuera tan lista, y eso que tenía pocos días de vida.
Dama era una pequeña perra de raza mezclada, blanca y negra. Su cara era totalmente negra quitando el morro y una pequeña línea blanca que la atravesaba partiendo su cara en dos. Tomando luego el color blanco el control, todo su cuerpo era blanco, resaltando dos manchas negras que tenía en el lomo y en la cola.
Josefa descansaba, sentada sobre las patas delanteras. Conocía la voz de su dueña. Sabía que esta ya estaba avisada que esta se disponía a vestirse.
Alargó la mano izquierda y agarró una camisa color melocotón de tirantes. Se la pondría junto a una pequeña rebeca color crema y unos vaqueros algo ajustados color negros rallados, aparentando que están gastados por la parte delantera y para los pies se pondría las botas.
Una vez vestida agarró su varita y la coloco en la bota derecha, sin darse cuenta de que allí tenía todavía la pequeña botella que contenía el contenido verde (poción matalobos), acostumbrada a guardar todo en esa bota ya no notaba cuando tenía algo o no. (No le gustaba usar bolsos) Justo antes de salir por la puerta agarró la insignia de prefecta y se la metió en e bolsillo del pantalón.
-Vamos Dama- Le hizo un gesto y abrió la puerta. La perra salió corriendo escaleras abajo esquivando a cualquier alumno que encontraba a su encuentro. La chica caminaba tres pisos más arriba que ella, tranquilamente sabía que Cuchi no se perdería y que la esperaría para salir las dos juntas a la lluvia.
Los alumnos la miraban extraños. No tenía la túnica y los que la conocían se daban cuenta además de que no llevaba la insignia de prefecta y además iba en dirección contraria que todos sin casi abrigo. Melissa prefería caminar sin mirar a nadie, para intentar no tener que pararse a hablar con nadie, aunque si alguien la saludaba no dudaba en devolver el saludo o si veía a algún alumno de primero perdido indicarle el camino.
Por fin llegó a la puerta de entrada. Dama Cuchi la esperaba allí en una esquina moviendo la cola deseando salir a correr y jugar entre la lluvia. En cuanto la vio se acercó a su piernas y juntas, al mismo tiempo trapazaron la cortina de agua que las separaba de los extensos terrenos. La lluvia las golpeo como si de un amigo se tratase y las estuviera abrazando. Melissa camino hasta acercase a un árbol y allí se quedó depositando su mano sobre su tronco respirando hondo y aprovechando todo lo que tenía a su alrededor observando como los animales salían a saludar a la lluvia.
Allí se quedo alrededor de unos treinta minutos.
Gua, woff, gua, gua….
De nuevo los ladridos de Dama Cuchi sacaban a Melissa de sus pensamientos. Se giró sobre si misma rápidamente, llegando a ver como la perra subía apresuradamente las escaleras que llevaban a la lechucería. La chica comenzó a correr. –Dama espera ¿Qué has visto?-
Pero los gritos de Melissa son en vano, la perra no le hace caso y entra por la pequeña y vieja puerta. Ella llega segundos después. Con cuidado se quita los pelos mojados de la cara y enrolla un poco la chaqueta haciendo que esta goteara sobre el suelo mojando un par de plumas que había por el suelo. Levanta con cuidado la cabeza y ve como su perra está a los pies de una alumna. Si no se equivoca de la casa de los leones.
-Perdona a mi perra- le dice secamente.

.

Melissa la miraba observándola. Le gustaba hacer eso con la gente y sacar todas las suposiciones que pudiera de ellas, claro está que luego preguntaría. Una sonrisa se dibujó en su cara al ver que la chica acariciaba a Dama, le agradaba ese tipo de gente. Extendió su mano y estrecho fuertemente la de la chica.

-Melissa Hale y esa pequeña que corretea a tus pies es Dama Cuchi Fernanda, aunque yo sé que le gusta más que la llamen Dama- le dijo sonriéndole.

Comenzó a caminar para no quedar tapando la entrada por si algún alumno quería entrar que pudiera y no estar allí estorbando. Dirigió su mirada a las afueras del lugar.

-La verdad que sí, que está empezando a llover mucho más fuerte- se encogió de hombros, de nuevo algo seca desapareciendo la sonrisa de su rostro. No es que fuera antipática ni que quisiera comenzar una pelea ni mucho menos, simplemente no la conocía y no solía dejar que los desconocidos supieran todo de ella nada más conocerla. Cuando estuvo viviendo en la calle aprendió que era mejor poner una barrera entre ella y las demás personas.

Ladeo la cabeza. La verdad que era una chica muy guapa, parecía alegre y risueña y eso no es que fuera algo malo, al contrario eran buenas características, siempre que supiera controlarlas. Parecía mayor que ella por un año, o así. Además pudo observar que llevaba la corbata roja, con lo que supuso que pertenecía a la casa de los leones. “Quizás si sabe que está acariciando al cachorro de una serpiente dejara de hacerlo…”
Avanzó unos pasos más. –Si no quieres mojarte mejor que esperes aquí dentro. A mí, realmente me gusta sentir la lluvia en mi cuerpo.- dejó un espacio de tiempo para respirar.

Dirigió su mirada a todas aquellas lechuzas que dormían tranquilamente, mientras otras alborotadas volaban asustadas por Dama y otras comían sin importarles la presencia de aquellas dos chicas. Se llevó los dedos a su labio y silbó. Al momento una lechuza de tamaño pequeño y parda llegó a su hombro, posándose con elegancia.
Se trataba de la lechuza de su hermano pequeño. Le acarició el lomo y le dio algunas golosinas que sacó de su bolsillo. Eran para perro pero no creyó que esta fuera a negarse a comerlos y así fue. Tras frotar su cara en la cara de la chica como agradecimiento, tendió sus alas abriéndolas y salió en vuelo hasta volver a posarse en uno de los palos, cerrando los ojos, contenta de que esta fuera a verla. Luego volvió a centrar su mirada en la chica. –Sé que no soy nadie para preguntar pero me puede la curiosidad. ¿Eres de familia muggle?- Le podía la curiosidad, quería saber si con ella podría mantener una conversación sobre cosas del otro mundo.

OFF: Siento a ver tardado 10 días en responderte, sinceramente mi user no ha estado de humor, no ha tenido la inspiración suficiente y prefería esperar a que esta llegara y no responderte de malas formas, aunque no esta segura de que le haya quedado del todo bien. Lo siento de nuevo, intentare responder más rápido a partir de ahora.