I'm here for you {Zayn Malik}

Ese, iba a ser sin duda alguna, el día más largo de mi vida. Ya bastante había tenido con la luna llena, como para que cuando todo pasara, Summer no quisiera hacer nada más que llorar, llorar y llorar. Sabía perfectamente que le dolía, al igual que a mí, al igual que todos los que padecían nuestra terrible enfermedad. Cerca de las diez de la mañana conseguí que se durmiera, pero ya era demasiado tarde como para que yo me pusiera a dormir también, teniendo en cuenta que tenía cosas que hacer en la casa. Entre que barrí casi toda la casa, regué el jardincito que teníamos, saqué a pasear a Hatchi, volví a casa, me duché e hice la comida, rápidamente se hicieron las dos de la tarde.

No recordaba mucho de la noche anterior, sólo que había decidido estar con Summer y que no vimos ningún muggle por el bosquecito en el que nos habíamos «ocultado». A parte de eso, lo único que sabía era que estaba cansadísimo y me dolía todo el cuerpo a horrores. Vino mi padre a comer a casa y al irse se llevó a Summy al parque que había cerca, y luego se la llevaría a ver al padre de Kenadee, por lo que tenía toda la tarde libre para descansar y volver a ser el de siempre después de una buena siesta de unas cuantas horas.

Me iba a espachurrar en mi cama, y en realidad lo hice, me quedé tirado un par de segundos, y antes de cerrar los ojos escuché dos toquecitos en la puerta de la entrada. Fueron suaves, pero una de las ventajas que tenía el ser licántropo era que tu oído mejoraba lo suficiente como para escuchar ruiditos que fueran hasta muy suaves. Me daba una pereza impresionante levantarme, y nisiquiera sabía quién podía ser. Mi padre imposible, porque él tenía llaves. Existía la posibilidad de que fuera la vecina nueva, que no tenía nada más que hacer que ir a molestarme.

Acabé levantándome, lentamente. Me senté en la barandilla de las escaleras y me dejé relliscar hasta llegar al final y bajar, dirigiéndome a la puerta. Tomé aire, esperándome alguna voz gritona saludándome o cualquier cosa, pero seguro que me quedé boquiabierto cuando, al abrir la puerta, vi a Alice. No podía ser verdad, ella tenía que estar en el castillo y no en Londres, y para el colmo, estaba totalmente impresentable, estaba todo despeinado y con pijama. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué no estaba en el castillo? Un montón de preguntas rondaban por mi cabeza, pero lo único que hice fue lanzarme a abrazarla.

Apenas pude observar la puerta abrirse antes de tener a Zayn abrazándome, en ese momento no pensé en nada más que en rodearlo con mis brazos y apretarlo contra mí usando toda la fuerza que me era posible, aun así trataba de no lastimarlo, ya debería estar lo suficientemente adolorido a causa de anoche. Escondí mi cabeza en el hueco de su cuello, mientras seguía aferrada a él. –Perdón por venir sin avisar, pero estaba preocupada- Cada vez que hablaba, o pensaba en Zayn el primer pensamiento que se daba lugar en mi cabeza era aquel instinto protector, nunca me había gustado verle sufrir, y puede que yo sea tan peligrosa como un oso de peluche pero si alguien o algo se atrevía a hacerle daño, me conocería realmente enojada.

Es por eso que me afectaba tanto verlo de esa forma y saber que por más que me esforzara en ayudar, no había mucho que yo pudiera hacer para aminorar el sufrimiento que cargaba junto con esa estúpida enfermedad. Me separé de él solo lo suficiente para observarlo mejor, y la imagen que captaban mis ojos no era muy alentadora; se veía cansado, quizás no fue tan buena idea venir después de todo, debí haberle dejado descansar. –No sabes el gusto que me da verte –Hablé en voz baja para después besar su mejilla varias veces. Desde que se graduó de Hogwarts rara vez podía verlo. Y a decir verdad me hacía falta, me hacía falta tener a alguien que me hiciera reír, con quien pudiera hacer una que otra broma de vez en vez.

Quería preguntarle lo obvio: ¿estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Te duele mucho? Mas no podía llegar a su hogar sin razón y empezar a acribillarlo a preguntas, sobre todo siendo un tema tan difícil e incómodo como ese. Así que por ahora lo olvidaría, ya habría tiempo para eso más tarde. Preguntaría por Summy, pero supongo que tampoco querrá hablar de eso. Por lo que decido ir por algo más antes de que sea él quien lo pregunte. –No pienses en regañarme por venir, te dije que iba a salir de allí un rato. Solo que no dije cuándo –Sonreí por un momento. Definitivamente hoy, necesitaba pasar el rato con mi mejor amigo.

Ella también me abrazó, cosa que me alegró bastante. Alice era una persona muy importante para mí, la quería incluso como una hermana de sangre. Siempre había estado para mí y yo para ella en caso de que hubiesen problemas, y tan sólo la conocía desde que yo tenía los quince años, en resumen, desde que llegué a Hogwarts y tan sólo era una bolita empollona que siempre hacía lo que todo el mundo le decía. Sonreí al recordar en la cantidad de problemas que me había metido por ser de esa forma. Se disculpó por venir sin avisar, pero que estaba muy preocupada. Fue cuando lo entendí. Ella sabía en lo que me había transformado, por eso estaba allí, un día después de la luna llena.

— Teniendo en cuenta que creo saber por qué estás preocupada... Me da igual que vinieras sin avisar. El verte ya me ha alegrado el día, Hoyus uno. —recordaba la primera vez que la había llamado Hoyus, como si hubiesen pasado sólo diez minutos. Fue un par de días después de conocerla, me fijé en que tenía unos grandes hoyueletes en las mejillas, y de ahí, comencé a decírselo. El uno iba sólo porque mi hija también tenía esos agujeros en esas mejillotas gordas y ella era la número dos. Reí en cuanto comenzó a besar varias veces mi mejilla, después de decir que se alegraba de verme. La tomé de las mejillas, acariciándoselas con los pulgares y la miré sonriendo. Lo único que yo necesitaba para estar bien un día entero era ver que ella mostraba esos grandes hoyuelos al mundo. Pensé un momento, y caí en la cuenta de que algo iba mal; ella debía estar en el castillo, se habría escapado y si la pillaban seguramente le caería un buen castigo. Recordé la de veces que me habían dado castigos brutales a mí por escaparme. Que recuerdos... Hice un gesto con los hombros, dando a entender que no la iba a regañar.

— Ven, entra. —la tomé del brazo y la arrastré un poco hacia adentro, mirando hacia ambos lados de la calle. No era seguro que nos vieran a los dos fuera. Cerré la puerta en cuanto ella estuvo dentro. — Prefiero que no te vean mucho, tengo unas vecinas muy chivatas y que inventan cada cosa... Sobretodo la ornitorrinco. —reí. Le había puesto ese mote porque Summ de vez en cuando veía un programa de televisión en el que había un ornitorrinco llamado igual que la vecina. — En fin... Como si estuvieras en tu casa, ¿eh? ¿Quieres algo? Ya sabes, de comer, beber... —pregunté, mirándola. Comparada conmigo en ese momento, yo era un payaso. Ella estaba peinada, bien vestida y con buena cara, en cambio yo, con el pijama tan ridículo que llevaba de rayitas azules y un Bob Esponja en cada manga de la camiseta de manga larga.

Si tenía que ser realmente sincero, conocerla había sido una de las mejores cosas que me habían pasado en Hogwarts. Ella me defendía y yo la defendía a ella, teníamos protección mutua, éramos como hermanos, no nos fallábamos el uno al otro... Si tuviese la oportunidad de volver atrás y cambiar muchas de las cosas que había hecho, comenzar a hablarme con Alice seguramente sería de las pocas cosas que dejaría intactas. Se podía decir que gracias a ella me había comenzado a hablar un poco con los demás, debido a que anteriormente era un chico muy antisocial y no me hablaba con casi nadie. Además, de no ser por ella, seguramente no me habría dado ni cuenta de que mi propia prima estaba en la misma escuela que yo. Echaba mucho de menos poder hablar con ella todos los días, verla, y los demás igual.

Ahora que me detengo a pensar en ello ¿Quién hubiera dicho que ese chico a quien había conocido hace pocos años, se convertiría en mi mejor amigo? Si cualquier persona lo hubiese sugerido; difícilmente le hubiera creído. Cuando conocí a Zayn, él y yo éramos tan diferentes, muchas veces era yo la que tenía que hacerle hablar, y prácticamente le decía lo primero que cruzaba por mi mente sin importar que fuera algo muy tonto o sin la más mínima pizca de sentido, él sólo se reía y poco a poco trataba de seguirme el juego. Al verlo ahora casi cuatro años después, me doy cuenta de todas las cosas que han cambiado desde entonces, pero me alegra demasiado que mi amistad con él se haya hecho aún más fuerte con el paso del tiempo.

No pude evitar volver a sonreír cuando lo escuché llamarme de esa manera, como tantas veces lo había hecho desde que lo conozco. Claro que ahora agregaba el “uno” puesto que la pequeña Summ también contaba con un par de encantadores hoyuelos sobre sus mejillas. –Como ya no estás en el castillo, creí que sería bueno pasar un tiempo contigo ya que no te veo mucho, Pitufo –Hice énfasis en la última palabra. Solía decirle así de cariño cuando estaba en el colegio bajo la excusa de que el Sombrero Seleccionador lo había colocado en la casa de Ravenclaw; eso traía tantos recuerdos a mi mente. Uno de ellos fue la primera vez que lo vi: “Yo había regresado a la biblioteca después de haber pasado un buen tiempo allí haciendo los deberes, recuerdo que entré al lugar prácticamente corriendo y mirando a todos lados obviamente buscando algo y cuando creía que era la única que quedaba, me di cuenta de que había alguien más y que por casualidad se encontraba leyendo en el mismo sitio que yo había ocupado hace unas horas. Lo más gracioso de todo fue que yo fui hasta ese lugar y me apoyé de golpe en la mesa, con lo que me gané una mirada extraña de su parte; lo primero que salió de mis labios fue “Chocolates! ¿Has visto una bolsa de chocolates que dejé por aquí?” Después de eso, y de que amablemente me ayudara a buscarlos, tras reírse de mi reacción por perder los esos simples chocolates, me quedé ahí platicando con él compartiendo mis chocolates.”

–Esas vecinas deberían conseguir una vida –Bromeé frunciendo el ceño justo después me invitara a entrar. Lo que menos quería era causarle problemas y si algo así sucedía por mi culpa, sin pensarlo dos veces iría a poner en su lugar a esas vecinitas suyas. –Sí… creo que ya sé de quién hablas. Me parece que me la topé por ahí cuando venía para acá… y para que lo sepas, si tiene cara de ornitorrinco –Terminé por unirme a sus risas. Extrañaba tanto tener a Zayn cerca, verlo todos los días, que escucharlo reírse y sobretodo volver a reír con él simplemente me alegraba mucho. –De eso nada, Zay. Estoy bien, gracias –Negué con la cabeza un par de veces –Además, ya que estoy aquí, yo debería cuidar de ti. –Me acerqué a despeinar su cabello un poco. –Es más, eso haré, tú deberías descansar –Le sonreí. No iba a dejar que se esforzara más de lo que debía solo porque yo estaba aquí. Y mucho menos hoy.

Una parte de mí sabía que se estaba preocupado demasiado, pero no era para menos. Zayn era muy importante para mí, era mi mejor amigo y lo quería bastante hasta podría decirse que lo consideraba mi hermano. Y aunque él era mayor que yo por un año, a veces era yo la que tenía que actuar como la mayor. Aunque debo agradecerle a Zayn por estar siempre ahí, por ser cómo es y ayudarme cuando lo necesito, porque él es el único que me ha visto en mis mejores y peores momentos. Y si de algo estoy segura es que Zayn es de esos amigos que se encuentran una sola vez en la vida.

Escuché todo lo que dijo y realmente, consiguió hacerme reír. Negó en cuanto le dije si quería algo para comer, me encogí de hombros, sacando un zumito de melocotón de la nevera y comenzando a beberlo. Me apoyé en el marco de la puerta de la cocina, escuchándola. Podría hasta jurar que casi me atraganto con el zumo en cuanto dijo que ella debería cuidar de mí, me despeinó y afirmó que lo haría. Tosí un poco, tapándome la boca con la mano. Realmente no esperaba que fuera a decir algo así. Sabía que ella se preocupaba mucho por mí, que me quería, al igual que yo a ella, éramos como hermanos y agradecía eso.

Bien que nunca le había llegado a dar las gracias como realmente se merecía por todo lo que hacía por mí, pero ella ya sabía que en el fondo, algún día podría pagárselo, por mucho que no quisiera. La miré, torciendo el morro levemente. Me había dado cuenta de la de cosas que habían cambiado con ella desde que conocía a Kenadee. La despeiné un poco a ella también, me agobiaba que fuera tan bien arreglada como siempre, ya no estaba acostumbrado a verla de esa manera, o más bien, a verla. Me dirigí al sofá, sentándome, todavía con el zumo en la mano. Le hice una seña para que se sentara a mi lado.

— Sé que aunque te diga que no lo hagas lo vas a hacer, así que no voy a gastar saliva. —reí, dando otro trago al zumo. — Y... ¿Qué tal todo por Hogwarts? Si tengo que ser sincero, lo echo de menos. Los profesores no, obviamente... —volví a reír. — Pero sí a mis compañeros y todo. Yo que tenía tantas ganas de graduarme para ésto... —la volví a mirar. Extrañaba muchísimo el estar todos los días con Kenna, Katt, Alice, Dae, mis peleas con Murtagh, los castigos que me daban por hacer cosas que no debía, y había una lista muy larga sobre todas esas cosas.

Posiblemente, si yo no me hubiese graduado en Hogwarts, si fuese un año menor, no me habría encontrado en la situación en la que estuve unas semanas atrás y seguiría siendo el mismo Zayn de siempre, sin tener que cambiar cada luna llena. Removí un poco mi cabeza, no quería seguir pensando en eso. Me había tocado y tenía que superarlo, arrepintiéndome de todo no era una solución, a pesar de lo negativo que estaba. Troné mi cuello, el cual dolía bastante. Seguramente había tenido una posición mala o algo... Debía ser gracioso, seguramente de pensar esas cosas estaba poniendo caras raras, siempre lo hacía; pensaba en algo y acababa frunciendo el ceño o torciendo el morro, alzando una ceja, en fin, cosas que al fin y al cabo, daban hasta gracia.

Su reacción a mis palabras no hizo más que provocar que soltara una bastante sonora carcajada. Estaba mal reírse, eso lo sé; pero la expresión que se formó en su rostro tras escucharme, simplemente no tenía precio. Además, estoy ignorando el hecho de que conmigo no hay que hacer gran cosa para hacerme reír. Me causa risa casi todo, es muy difícil encontrar algo que no lo haga. Y era mucho más sencillo lograrlo cuando estoy con una persona a la que considero parte de mi familia, él era casi mi hermano.

Y si bien, las cosas no habían cambiado desde que él se fue del castillo, todavía me resulta algo extraño no verlo a diario, pasar un rato con él como antes haciendo tonterías, o simplemente estar allí para poder molestarlo solo por diversión. Lo miré durante un instante, solo para encontrarme con una expresión inusual en él. Cuando estaba a punto de preguntarle el porqué de eso, me detuve al sentir como me alborotaba el cabello con una mano libre; ante eso solo reí haciéndole una mueca de disgusto, que por más que me esforcé en mantener, no duró demasiado.

–Me conoces bien, esa es una muy sabía decisión de tu parte.– Le digo asintiendo ligeramente con la cabeza mientras una sonrisa de aprobación me cruza por los labios. Camino hasta el sofá dejándome caer a su lado aun divertida por la reacción que había causado en él mi comentario de hace unos momentos. Inflé mis mejillas y acto seguido liberé el aire para apartarme unos cuantos mechones que se negaban a acomodarse en su lugar y me caían despacio en el rostro. –Estamos bien, locos todos igual que siempre, ya sabes –Me encogí de hombros volviendo a sonreír. Trataba de hacerme a la idea de que este sería mi último año. Después de eso, se acabó; y sigo sin saber que voy a hacer para entonces. Niego con la cabeza para apartar esas ideas de la mente, puesto que me deprime pensarlo –Si bueno… los profesores nadie los extraña, no te culpo…Es extraño no tener a quien molestar todos los días. –Suelto una pequeña risa también al decir eso.

Me distraigo buscando algo en los bolsillos de mi pantalón: Chocolate. A donde sea que vaya siempre trato de llevar algunos, sin embargo para mi sorpresa esta vez no llevo ninguno conmigo. Resignada, vuelvo a mirar a Zayn sin poder evitar reírme ante las caras que hace; parece concentrado en algo. Ladeo la cabeza observándolo, con curiosidad. –Hey… ¿En qué piensas? Pareces concentrado, hermanito. –Pico una de sus mejillas para llamar su atención. Mientras espero respuesta, lo sigo observando tratando de darme una idea de lo que piensa.

Já, y tanto que la conocía. Había veces que con sólo mirarla a los ojos podía llegar a acercarme a lo que ella estaba pensando. Sabía qué gestos hacía cuando estaba triste y cuales estando alegre, además, tenía su risa metida en la cabeza, y escucharla era mejor que ninguna otra cosa en ese día tan duro y cansado. Se sentó a mi lado, poniendo caras raras, que me hicieron soltar una carcajada. Contestó a mis preguntas, diciendo que estaban todos locos, como siempre. Esbocé una sonrisa, sí, estaban todos completamente locos, negarlo sería mentir despiadadamente. Esas cuatro leonas que ya conocía bien, eran las más locas de todo Hogwarts junto. Echaba mucho de menos poder verlas haciendo las idiotas delante de todo el mundo, sin importarles lo que fueran a pensar de ellas.

Cierto era, a los profesores, ¿quién iba a extrañarlos? Se pasaban seis años enteros amargándote día a día, ¿y todavía se pensaban que íbamos a echarles de menos cuando nos graduáramos? Faltaría, tener que pensar que quería volver a tener que hacer sus deberes y hacerles caso como si fuese una chacha. Me puse un poco serio cuando dijo que no tenía a nadie a quien molestar todos los días. Sabía que se refería a mí, y yo tampoco tenía a nadie a quien despeinar ni llamar enana todos los días, ya que Kenna tampoco estaba nunca, era estar sólo con una niña que sólo quería llamar la atención cuando tenía hambre o sueño, o le dolía algo.

— Es aburrido todo ésto. Yo no me imaginaba la vida de graduado así... —suspiré, apoyando el codo en el respaldo del sofá, y luego la cabeza con la mano. — Yo quería estudiar una carrera o algo, tener un buen trabajo, y luego... Luego que viniera Summer. —no me gustaba nada decirlo, pero realmente, lo pensaba. — No digo que la enana sea un fallo ni nada pero no sé, es extraño. —la miré y al instante seguí bebiendo de mi zumo, que en realidad, se lo había robado a la niña del pelo rubio y menos de un metro que habitaba en la misma casa que yo.

— ¿En qué pienso? —pregunté, haciéndome sonreír que me llamara hermanito. Lo hacía muchas veces, sí, pero ya no estaba acostumbrado y escucharlo era como si mis propias hermanas de sangre volvieran a llamarme Zayn o hermano, en vez de llamarme por insultos o cosas raras que ellas se inventaban. — En todo lo que ha cambiado mi vida en un año, supongo. —ella ya sabía a qué me refería; Kenna, Summer, la graduación, la bronca de mi padre al enterarse de que la niña era mía, la boda... En fin, un montón de cosas más, las cuales le había contado tanto cara a cara como por carta escrita.

Si Dae no era lo suficientemente inteligente en mi parecer para poder contarle esas cosas, a pesar de ser mi propia prima, Summer no me entendía ni ella hablaba, lo único que decía era papa y poco más, cosa la cual, estaba bastante orgulloso, mis hermanas, ¿para qué contarles nada, si se iban a reír de mí? Sólo me quedaba la chica que tenía delante, con su pelirroja melena y sus consejos, que tan bien me iban. Sin duda alguna y sin exagerar, conocer a Alice, había sido lo que me había echo cambiar para bien, aunque habían cosas que me habían cambiado también, como salir con Serenity, el cual fue un grave error, y el ataque del licántropo.

Escuchaba atenta todo lo que Zayn tenía para decir. Tan solo observándolo: Será que no estoy acostumbrada ya a verlo, pero me pareció ver un destello de tristeza o tal vez desanimo. –Hey… Piensa en esto, las cosas suceden por algo. No siempre ocurren como esperamos…Sino mejor… –Vuelvo a mirarlo mientras coloco una de mis manos en uno de sus hombros –Summy llegó a tu vida para mejorarla. Y nadie dice que no puedas hacer ninguna de esas cosas después, tienes toda tu vida por delante. –Si hay algo que odiara más que cualquier otra cosa, era verlo triste. Por esa razón siempre trataba de buscar las palabras correctas para animarlo, o si eso no daba mucho resultado, me quedaba la opción de hacer cualquier tontería con el único motivo de hacerlo reír.

–Sé que es extraño, y tal vez difícil. Pero no estás solo, nunca lo estarás…Siempre tendrás a un montón de personas que te quieren y te ayudan… Yo entre ellas. –Eso me hacía recordar las veces en las que había recibido sus cartas contándome sus problemas; trataba de hacer mi mejor esfuerzo en responder con algo que lo hiciese sentir mejor, simplemente me daban ganas de botar todo por ahí e ir a verlo en persona para poder abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien. Me frustraba mucho no poder hacerlo. –Todo cambia, Zayn. Si no lo hiciera sería bastante aburrido, la mayoría del tiempo los cambios son para bien. – Lo miro de nuevo mordiendo el interior de mi mejilla. Pensando. –Un ejemplo… Tú y yo. Sino hubieras cambiando tal vez no seriamos amigos ahora.–Encojo mis hombros.

Me recargo con cuidado en su hombro mientras lo escucho dar otro sorbo de zumo. Sin darme cuenta las comisuras de mi boca se forma una amplia sonrisa. Cuando hace eso, parece; según yo bastante tierno e incluso más joven. En cierta forma me recuerda al Zayn que había conocido tiempo atrás. –Pareces niño al hacer eso. Y estoy segura de que Summer, se molestará cuando vea que su padre le roba sus jugos –Entrecierro los ojos y hago un gesto de sacarle la lengua. Ahora la que parece niña al hacer eso, soy yo.

En ese momento me percato de algo. Algo que probablemente debí haber notado antes; doy un rápido vistazo a mi alrededor. No la veo –Por cierto, ¿Dónde está esa pequeña? –Suelto de repente en un intento de cambiar de tema. Es raro no ver a esa pequeña rubia pegada a lado de su padre.