Motín de Lechuzas (Holly Fletcher)

"Muy bien Candace, tu puedes" repetía mentalmente la simpática morena, mientras caminaba presurosa por los terrenos, con rumbo a la lechucería. Usualmente cuando debía enviar una carta a su familia, buscaba de un compañero o amigo para evitar así, tener que entrar en ese escabroso lugar. Para la Ravenclaw no había cosa más espantosa que un ave, aunque su escudo fuera un águila, ella no toleraba ese tipo de animales.
Se detuvo inquieta frente a las escaleras del lugar, aún estaba bastante a tiempo de retractarse y dejar la comunicación para cuando su amiga estuviera más sana y fuera ella quien mandara su carta. Llevó su mano derecha a su pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón. —Mon dieu, lo que hago por la familia — se dijo en un susurro. Apretó sus labios y subió los escalones uno por uno, a paso lento, el más lento que tenía. Faltando únicamente un paso para entrar, un grupo de chicos salieron corriendo de forma escandalosa, Candace no pudo ver sus rostros, o sus túnicas porque fue empujada contra el barandal de las escaleras, pero juraría que iban hablando sobre una bomba.
La chica sacudió exageradamente su túnica, por si algún rastro de suciedad se hubiera quedado en ella, frunció el ceño y arrugó sin darse cuenta el pergamino con su carta, ya estaba cerca... solo un paso más y entraría en ese sitio infernal.

Apretó la mandíbula con fuerza mientras caminaba con lentitud, de una forma bastante robotizada, exagerando el braceo y la firmeza con que posaba los pies sobre el piso de la lechucería. Una vez dentro, relajo la pose y se quedo paralizada, todas las lechuzas estaban fuera de sus respectivos sitios, amontonadas en la parte alta, Candace las noto extrañas, sin embargo, al nunca entrar en ese lugar con anterioridad, no le prestó demasiada atención al asunto. Su principal preocupación era escoger la lechuza en apariencia más dócil y con el plumaje más higiénico. Suspiró.

Vio por el rabillo del ojo la melena pelirroja de su prefecta y compañera de dormitorio, Holly Fletcher. — Hola Holly — respondió al saludo y le dedico una pequeña sonrisa ladeada. No sabía si sentirse aliviada porque no estaría sola en ese espantoso lugar, o apenada porque alguien se daría cuenta de su fobia por las aves. Meneó la cabeza en forma de asentimiento cuando Holly parecía preguntar si estaba bien, siguió la vista de su prefecta y al igual que ella miro a las lechuzas. Después todo paso demasiado rápido, lo siguiente que escuchó fue un enorme estruendo similar a alguna explosión producida por un Bombarda, seguido de cientos de plumas volando alrededor... Eran las lechuzas, decenas de lechuzas enloquecidas que revoloteaban sobre la cabeza de las muchachas. Candace se arrodillo en el suelo, no le importó que pudiera estar sucio o lleno de excremento de ave, y cubrió con ambos brazos su cabeza y rostro, gritando aterrorizada. — ¡ Sálvanos Merlín, sálvanos! — sus gritos no servían de nada en la situación, tan solo servían para alarmas más a las ya asustadas lechuzas.